Tremendo. “Poca velocidad, ahorro combustible, rotura de la suspensión al final... Pero muy orgulloso del equipo aquí en la pista y una las mejores carreras de mi vida”. Pocas veces tan escasas palabras decían tanto. Por injusto o paradójico que pueda sonar, abandonar a tres vueltas del final fue lo mejor que le pudo ocurrir a Fernando Alonso en el GP de Australia de Fórmula 1.
“Poner el monoplaza allí donde no debería estar”. El piloto español personalizó como nunca este fin de semana esa horma del talento y la competitividad. Pero el abandono permitió a Alonso plantear la realidad con total crudeza. El décimo puesto habría puesto el foco en su gran rendimiento. El abandono acotó la contundente realidad: McLaren está en el barro. "Creo que somos los últimos. Es el nivel que tenemos ahora en condiciones normales y pistas normales".
Si el reproche histórico es el desacierto o mala fortuna de Alonso para coincidir con un ciclo ganador en los equipos elegidos, es patente que McLaren tardará en lograr el suyo. Desgraciadamente, tal es el nivel de la escuadra británica ya en la primera carrera, que Alonso debe cuestionarse seriamente su futuro con McLaren. Y acertar con su próxima elección. Si el mercado se lo permite.
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